jueves, 23 de octubre de 2008
Nuestra Violeta
Cantante, músico, pintora, escultora, bordadora y ceramista. Una mujer completamente polifacética. Así era Violeta Parra, considerada por muchos como la fundadora de la música popular chilena y, sin duda, una de las folcloristas más importantes de nuestro país. Es por esto que la Facultad de Letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Fundación Violeta Parra , realizaron un coloquio como una manera de reconocer su trabajo.
“La obra de Violeta Parra es relevante por lo prolífica, lo diversa en cuanto a expresiones artísticas (música, plástica, literatura), valiosa en cuanto a recuperación de antiguas tradiciones literarias y musicales, y también por su creatividad e innovación constante”, explica la profesora de Letras Rubí Carreño, una de las dos expertas sobre Parra que se encuentran en la Facultad.
Violeta nació el 4 de octubre de 1917 en una humilde casa de San Carlos, en la VIII Región. Allí vivía junto a sus padres Nicanor Parra y Clarisa Sandoval, sus cinco hermanos y dos medio hermanos. Cuando niña sufría continuamente de enfermedades; cuando se mejoraba, se divertía imitando a los artistas de circos y montando representaciones teatrales. A los nueve años comenzó a tocar guitarra y a los 12 compuso sus primeras canciones.
Realizó los cursos primarios, pero su padre enfermó gravemente y tuvo que trabajar para ayudar a su familia. Junto a sus hermanos salió a cantar en restaurantes, posadas, circos, trenes, campos, pueblos y calles. A los 15 años se fue a vivir a Santiago junto a su hermano Nicanor, donde continuó con su carrera musical. A fines de los años cuarenta hizo sus primeras grabaciones de canciones populares chilenas, a dúo con su hermana Hilda.
Así comenzó su extensa labor de recopilación de tradiciones musicales en diversos barrios de Santiago y por todo el país, conociendo a varios poetas chilenos, incluyendo a Pablo Neruda y Pablo de Rokha. Mientras, su hermano la estimuló a asumir con personalidad propia la defensa de la auténtica música chilena, en contra de los estereotipos de la época. Es así como su repertorio, hasta entonces basado en valses peruanos, corridos mexicanos, boleros y cantos españoles, pasa a las canciones más tradicionales del campo chileno, que le permiten descubrir los valores de la identidad nacional como ningún otro artista lo había hecho antes.
Como comenta la profesora Carreño, “Violeta Parra universaliza a través de su arte los saberes de los pobres, las mujeres y los campesinos, permitiendo conocer a esas colectividades en cuanto a su legado cultural y mediante la apropiación que ella hace de estos saberes, logrando que en cualquier lugar y posición en el mundo se cante y se entienda lo que está transmitiendo: la dicha, el quebranto, el canto de todos”.
Su prolífico trabajo, además, ha servido de inspiración a muchos artistas que han continuado con su ardua tarea de rescate del folclor chileno. Así por ejemplo, en el coloquio se presentaron a artistas que han recogido elementos de su obra para sus propias creaciones. Ese es el caso de la dramaturga Soledad Lagos, quien junto al director Rodrigo Pérez crearon “Violeta al centro de la injusticia”, montaje teatral que busca homenajear a esta mujer y darla a conocer a las generaciones más jóvenes.
De esta manera, el coloquio, con gran asistencia de público, buscó analizar el legado de Parra desde distintos puntos de vista: la crítica literaria, relecturas de su obra y el aporte a otros artistas. La inauguración estuvo a cargo del decano de la Facultad de Letras, José Luis Samaniego, y la música, por parte de su nieta Tita Parra y alumnos.
Fuente:Universia
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